Skip to main content

Sobre Este Maestro..

El Venerable Ajahn Tippakorn Sukhito (enlace) es un monje budista de la tradición Theravāda y abad del monasterio y centro de meditación Ban Sawang Jai, en Pak Chong (provincia de Nakhon Ratchasima/Korat, Tailandia).

Ofrece enseñanzas en tailandés e inglés, con énfasis en la práctica directa de la meditación, la atención plena y la contemplación de la impermanencia.

La visión budista sobre la muerte y el renacimiento

En las enseñanzas del Buda, la muerte (maraṇa) no es el final de la existencia, sino una etapa natural dentro del ciclo de condicionamientos que llamamos saṃsāra: el flujo continuo de nacimiento, envejecimiento, muerte y renacimiento.
Este ciclo no tiene un principio discernible, y continúa hasta que se alcanza la liberación definitiva — Nibbāna —, el estado libre de todo apego y sufrimiento.

Impermanencia y comprensión profunda

Todo lo que surge está destinado a cesar.
Esta es una de las verdades más universales del Dhamma: anicca, la impermanencia. Todo lo que nace, cambia y muere: el cuerpo, los pensamientos, las emociones, los vínculos, incluso los mundos en los que habitamos.

El Buda enseñó que contemplar la muerte no es un acto sombrío, sino un camino hacia la sabiduría. Al recordar constantemente la impermanencia, aprendemos a valorar la vida tal como es, momento a momento, sin aferrarnos a lo que inevitablemente pasará.

“Todos los seres, todos los mundos,
están sujetos a la disolución.
Aquel que comprende esto,
vive sin miedo y con un corazón sereno.”
— Dhammapada 277–279

No-yo y la continuidad del proceso

El Buda rechazó la idea de un alma o esencia permanente. No existe un “yo” que transmigre de una vida a otra; lo que continúa es un proceso causal, condicionado por la energía de las acciones, o kamma. Del mismo modo que una llama puede encender otra sin que nada “viaje” entre ambas, la conciencia condicionada de una vida da lugar a la siguiente.

Así, lo que llamamos “renacimiento” no es el retorno de un individuo, sino la continuación del flujo de causas y condiciones. Por eso, comprender la muerte desde el Dhamma no es buscar consuelo en una existencia futura, sino liberarse del apego a la idea de existir como una entidad separada y permanente.

Los seis planos de renacimiento

Cada acción, palabra y pensamiento deja una huella. Estas huellas mentales — kamma-saṅkhāra — configuran las condiciones de nuestro futuro renacimiento. Si cultivamos bondad, generosidad y sabiduría, nuestro flujo mental se inclina hacia estados luminosos; si nos dejamos dominar por el odio, la avidez o la confusión, generamos condiciones que conducen al sufrimiento.

En el momento de la muerte, el estado mental que predomina es crucial.
Una mente pacífica, libre de aversión y miedo, favorece un renacimiento en planos afortunados. Por ello, en muchas tradiciones Theravāda, los monjes recitan suttas y bendiciones para ayudar al moribundo a mantener una mente clara y compasiva.

El papel del kamma

Según las enseñanzas del Buda, los seres pueden renacer en seis planos o reinos (gati), dependiendo de su kamma:

  • Reino celestial – deva-loka
    Seres renacidos por la fuerza del kamma virtuoso. Disfrutan de paz, placer y longevidad, aunque siguen sujetos a la impermanencia.

  • Reino humano – manussa-loka
    El más valioso por ofrecer la oportunidad de practicar el Dhamma. Mezcla de placer y sufrimiento, donde puede alcanzarse la liberación (Nibbāna).

  • Reino de los asura (asura-loka)
    Seres poderosos, dominados por la rivalidad, la envidia y la ambición. En algunos textos se los incluye entre los planos inferiores, en otros se consideran cercanos al de los deva.

  • Reino de los fantasmas hambrientos – peta-loka
    Espíritus insatisfechos, consumidos por el deseo o el apego. Viven en un estado de carencia y frustración perpetua.

  • Reino animal – tiracchāna-yoni
    Seres guiados por el instinto, la ignorancia y el miedo. Sufren por la falta de discernimiento y la violencia inherente a su existencia.

  • Reinos infernales – niraya
    Estados de intenso sufrimiento generados por acciones gravemente dañinas. No son eternos; se disuelven cuando el kamma que los sostiene se agota.

Sin embargo, ninguno de estos reinos es permanente. Todo lo condicionado cambia. Incluso el más alto de los cielos acabará disolviéndose, y solo la liberación del apego puede poner fin al ciclo de renacimiento.

Prepararse para la muerte

El Buda enseñó que la manera en que vivimos determina la manera en que morimos.
Morir en paz no se logra en los últimos minutos, sino a través de una vida íntegra, consciente y compasiva. Practicar la atención plena (sati), la recta acción y la bondad amorosa (mettā) es la mejor preparación para enfrentar la muerte sin miedo.

En el Marana-sati Sutta (AN 6.19), el Buda exhorta a los monjes a contemplar la muerte constantemente, diciendo:

“Aquel que recuerda la muerte con cada respiración,
es el más diligente en su práctica.”

Comprender que la muerte puede llegar en cualquier momento no genera ansiedad, sino sabiduría y urgencia virtuosa. Nos impulsa a vivir con autenticidad, sin posponer lo esencial.

El momento de morir

El instante final de la conciencia — cuti-citta — es uno de los más decisivos del proceso vital. Según el budismo Theravāda, la mente en ese momento proyecta el flujo de conciencia hacia un nuevo nacimiento, condicionado por las impresiones kármicas acumuladas. Por ello, rodear al moribundo de calma, silencio, compasión y recitación del Dhamma ayuda a generar un entorno propicio para un tránsito sereno.

Los familiares y amigos son animados a cultivar pensamientos de bondad hacia el que parte, evitando el llanto o la desesperación, que perturban tanto su propia mente como la del moribundo.

El fin del ciclo: Nibbāna

El objetivo final del budismo no es un renacimiento favorable, sino la liberación del ciclo mismo. Cuando cesan la ignorancia, el deseo y el apego, cesa también la causa del renacimiento. Este estado se llama Nibbāna: el fin del sufrimiento, la paz suprema.

El Buda lo describió como “no nacido, no originado, no creado, no condicionado”. No es un lugar ni un cielo, sino la extinción del deseo que ata al devenir. Comprender esto transforma por completo la relación con la muerte: ya no es algo que temer, sino una puerta hacia la verdad más profunda.

“La muerte es algo natural.
No hay razón para temer.
— Ajahn Tippakorn Sukhito

En este Discurso...

Cuando la gente me pregunta: “¿Qué deseas de tu muerte?”, respondo:
Quiero pasar esta prueba sin fallar.

El Buda le preguntó a Ānanda:
“Dime, mi discípulo, ¿cuántas veces piensas en la muerte al día?”
Ānanda respondió: “Siete veces, Maestro.”
Entonces el Buda dijo: “Ānanda, eres demasiado descuidado. Debemos pensar en la muerte con cada respiración que tomamos.”

Esto significa que debemos ser conscientes, no descuidados, en la manera en que conducimos nuestra vida. No sabemos cuándo llegará la muerte, hoy o mañana, así que es mejor esforzarnos por ser todo lo más virtuosos y compasivos posible.

Debemos prepararnos para estar listos ante la muerte. Podemos considerar la muerte como una prueba, la prueba definitiva, que debemos intentar superar sin fallar.

Por eso debemos cumplir con nuestras responsabilidades lo mejor que podamos.
Por ejemplo, yo, como monje, observo mis preceptos y obedezco las rutinas monásticas. De esta manera, la mente tendrá la fuerza para enfrentar los muchos obstáculos que se presentan en el momento de morir.

Tememos a la muerte porque no queremos morir.
Estamos apegados a nuestro cuerpo, a lo que creemos que somos.
Esto es porque los seres humanos tenemos deseos, y no queremos irnos; y eso nos hace temer la muerte.

Pero todos debemos saber que la muerte es natural.
El budismo considera la muerte como un cambio entre existencias: pasar de esta existencia a otra.

Después de la muerte, lo que queda de nosotros son nuestros actos, buenos o malos.
Son los efectos posteriores de nuestra vida.
Por eso, nuestras acciones en esta existencia deben ser lo más sabias y virtuosas posible, para que nuestra próxima existencia también sea provechosa.

Finalmente, ya no habrá más existencias cuando desaparezcan las impurezas de la mente —cuando la codicia, el odio y la ignorancia se extingan.
Entonces el ciclo de nacimiento y muerte podrá ser superado.

La idea de la muerte surge de la ilusión, de no conocer la realidad tal como es.
Esta es la causa que el Buda enseñó.
Estamos engañados al creer que nuestro cuerpo nos pertenece, que nuestra vida nos pertenece, que nuestra mente nos pertenece.
Pero en realidad, esto no es así.
Todo esto son solo elementos naturales, fenómenos que surgen, existen y cesan.

Si comprendemos esto, dejamos de estar engañados.
Podemos aceptar la muerte como algo natural.
No es aterradora.
Puede enseñarnos sobre nuestra propia existencia, sobre cómo estar preparados, para que no tengamos miedo a la muerte.

Todos experimentamos nacimiento, vejez, dolor y muerte.
Por lo tanto, todos sufrimos.

En realidad, existen dos tipos de sufrimiento: el físico y el mental.
El sufrimiento físico no siempre puede evitarse, pero el sufrimiento mental sí puede prevenirse.

Como no sabemos lo que es la muerte, la meditación nos permite conocerla, al experimentar la realidad tal como es.
Podemos ver directamente que este cuerpo no nos pertenece, que esta mente no nos pertenece, y que todo es simplemente natural.

Lo que surge, cesará.
Esto es lo normal.
En realidad, no hay un “yo”, ni un “él”, ni una “ella”.
Hay nacimiento, y es completamente natural que también haya muerte.

Por eso, la meditación nos da confianza y nos libera del miedo a la muerte.

Cuando comprendemos que moriremos, debemos purificar la mente para volverla serena.
La meditación vaciará la mente, de modo que ya no se aferre a nada:
ni a las personas, ni a las posesiones.

Esto nos hará estar en paz y tranquilos en nuestra actitud hacia la muerte.

En el budismo, consideramos la muerte como una prueba, la prueba final.
Esperemos poder superarla y no volver a renacer.

La muerte es algo natural.
No hay razón para temer.

Que seáis bendecidos.

☸ Texto leído y traducido al español por KarunaPura a partir de las enseñanzas del Venerable Ajahn Tippakorn Sukhito

Jordi Clement

Autor Jordi Clement

Más posts por Jordi Clement

Deja un Comentario