El Rugido de la Mente Única
Huángbò Xīyùn (黃檗希運, siglo IX) fue uno de los grandes maestros del Chan chino durante la dinastía Tang. Discípulo de Baizhang Huaihai y maestro de Linji Yixuan (fundador de la escuela Rinzai), Huángbò pertenece al corazón del linaje que dio forma al Zen como lo conocemos hoy. Su voz resuena con una potencia cruda y directa, desmantelando toda idea de progreso espiritual como algo que se obtiene por acumulación o esfuerzo lineal.
Su enseñanza más célebre gira en torno a la doctrina de la “Mente Única”: una conciencia total e indivisible, que no puede ser alcanzada porque ya es lo que somos. Este enfoque, radical y directo, se encuentra condensado en el texto que has compartido: fragmentos del tratado “La transmisión de la mente”, una recopilación de instrucciones orales transmitidas por discípulos.
El núcleo del texto es una denuncia frontal del pensamiento conceptual y del apego a las formas. Huángbò afirma que:
No hay distinción entre Buda y seres sintientes: todos somos expresión de la mente única.
El afán por “practicar para llegar” al despertar es una ilusión más creada por la mente dualista.
Toda búsqueda espiritual basada en logros, etapas o acumulación de méritos es inútil si no hay un reconocimiento directo de la verdad presente.
Este discurso destruye hábilmente toda noción gradualista del camino espiritual. Habla de la cesación del pensamiento conceptual como única vía hacia la liberación, y nos invita a dejar de fabricar ideas sobre la realidad para experimentar lo que ya es —sin filtros, sin esfuerzo, sin buscar nada.
Huángbò no ofrece consuelo, técnica ni secuencia. Su mensaje no es para ser comprendido con la razón, sino para que disuelva la raíz de la mente que busca comprender. Es la enseñanza Chan en su forma más pura: directa, fulminante, sin concesiones al ego.
“La mente es el Buda. No hay otro Buda que buscar, ni otra mente que cultivar.”
— Huángbò Xīyùn
Meditación/reflexión..
Sobre la Transmisión de la Mente (Parte 1)
(1) El maestro me dijo: Todos los Budas y todos los seres sintientes no son más que una sola mente, fuera de la cual nada existe. Esta mente, que no tiene principio, es no nacida e indestructible. No es verde ni amarilla, y no tiene forma ni apariencia. No pertenece a las categorías de cosas que existen o no existen, ni puede pensarse en términos de nuevo o viejo. No es ni larga ni corta, grande ni pequeña, pues trasciende todos los límites, medidas, nombres, huellas y comparaciones. Si comienzas a razonar sobre ella, de inmediato caes en el error. Es como el vacío infinito, que no puede ser sondeado ni medido. La única mente es el Buda, y no hay distinción entre el Buda y los seres sintientes. Sin embargo, los seres sintientes están apegados a las formas y buscan externamente la budeidad. Pero en su misma búsqueda la pierden, pues es como usar al Buda para buscar al Buda o usar la mente para aferrarse a la mente. Aunque se esfuercen al máximo durante una era completa, no podrán alcanzarla. No comprenden que si cesan el pensamiento conceptual y olvidan su ansiedad, el Buda aparecerá ante ellos. Pues esta mente es el Buda, y el Buda es todos los seres vivientes. No es menor por manifestarse en seres ordinarios, ni es mayor por manifestarse en los Budas.
(2) En cuanto a la práctica de los seis pāramitās y otras innumerables prácticas para acumular méritos tan vastos como los granos de arena del Ganges, puesto que en esencia ya eres completo en todos los aspectos, no deberías intentar complementar esa perfección con tales prácticas sin sentido. Cuando haya ocasión para ellas, realízalas; cuando la ocasión pase, permanece en calma. Si no tienes la absoluta convicción de que la mente es el Buda y sigues apegado a las formas, prácticas y actos meritorios, tu forma de pensar es errónea y totalmente incompatible con el Camino. La mente es el Buda y no hay otros Budas ni otra mente. Es vasta e inmaculada como el vacío, sin forma ni apariencia. Usar la mente para pensar conceptualmente es alejarse de la esencia y aferrarse a la forma. El Buda siempre existente no es un Buda de formas ni de apego a la práctica. Cultivar los seis pāramitās y muchas otras prácticas con la intención de convertirse en un Buda es avanzar por etapas, pero el Buda siempre existente no es un Buda de etapas. Si despiertas a la única mente, no hay nada que alcanzar. Este es el verdadero Buda. La mente es como el vacío: en ella no hay confusión ni maldad, así como cuando el sol gira por el cielo e ilumina las cuatro esquinas del mundo. Cuando el sol brilla sobre la tierra, el vacío no gana en brillo, y cuando el sol se pone, el vacío no se oscurece. Los fenómenos de luz y oscuridad se alternan entre sí, pero la naturaleza del vacío permanece inalterada. Así es con la mente del Buda y la de los seres sintientes. Si consideras al Buda como algo puro y radiante, y a los seres sintientes como impuros y oscuros, esas concepciones, nacidas del apego a las formas, te impedirán alcanzar el conocimiento supremo, incluso después de incontables eones. Solo existe la única mente y no hay ni una sola partícula de algo más a lo que aferrarse, pues esta mente es el Buda. Si los estudiantes del Camino no despiertan a esta sustancia mental, recubrirán la mente con pensamientos conceptuales, buscarán al Buda fuera de sí mismos y permanecerán apegados a las formas y a las prácticas piadosas, lo cual es dañino y no es el Camino hacia el conocimiento supremo.
(4) Hacer ofrendas a todos los Budas del universo no es igual a hacer una ofrenda a un solo seguidor del Camino que ha eliminado el pensamiento conceptual. ¿Por qué? Porque tal persona no forma conceptos de ninguna clase. La sustancia del Absoluto es, interiormente, como la madera o la piedra: inmóvil; y exteriormente, como el vacío: sin límites ni obstrucciones. No es ni subjetiva ni objetiva, no tiene ubicación específica, es sin forma y no puede desaparecer. Aquellos que se apresuran hacia ella no se atreven a entrar, temiendo caer en el vacío sin nada a lo que aferrarse o en qué apoyarse. Por eso, miran al borde y retroceden. Esto se refiere a quienes buscan la meta a través del pensamiento conceptual. Así, los que buscan la meta mediante el pensamiento son muchos, mientras que los que obtienen el conocimiento intuitivo del Camino son pocos.
(6) Esta mente no es una mente de pensamiento conceptual y está completamente desligada de la forma. Así, los Budas y los seres sintientes no difieren en absoluto. Si puedes librarte del pensamiento conceptual, habrás logrado todo. Pero si los estudiantes del Camino no se despojan del pensamiento conceptual en un solo instante, aunque se esfuercen durante incontables eones, nunca lo lograrán. El despertar a la única mente puede llegar en un período corto o largo. Algunos, al escuchar esta enseñanza, se libran del pensamiento conceptual de inmediato. Otros lo hacen tras recorrer los diez niveles de creencia, las diez etapas de práctica y los diez méritos. Otros más lo logran tras pasar por las diez etapas del progreso del Bodhisattva. Pero ya sea que trasciendan el pensamiento conceptual de manera rápida o lenta, el resultado es un mismo estado de ser. No hay práctica, ni logro, ni acción. Comprender que no hay nada que alcanzar no es un discurso vacío, sino la verdad. Ya sea que alcances esta realización en un solo instante o tras recorrer todo el Camino del Bodhisattva, el resultado es el mismo, pues este estado de ser no admite grados. Por lo tanto, el método más largo solo conlleva eones de sufrimiento y esfuerzo innecesarios.
(7) Tanto la acumulación de bien como de mal implican apego a la forma. Quienes, apegados a la forma, hacen el mal, renacen innecesariamente en diversas existencias. Quienes, apegados a la forma, hacen el bien, se imponen sufrimiento y privaciones igualmente sin propósito. En ambos casos, es mejor lograr la autocomprensión repentina y captar el Dharma fundamental. Este Dharma es la mente, más allá de la cual no hay otro Dharma, y esta mente es el Dharma, más allá del cual no hay otra mente. La mente en sí misma no es mente, pero tampoco es «no mente». Decir que la mente no es mente implica la existencia de algo. Que haya un entendimiento silencioso, y nada más. Fuera con todo pensamiento y explicación, pues entonces podemos decir que el camino de las palabras ha sido cortado y los movimientos de la mente, eliminados. Esta mente es la pura esencia del Buda, inherente a todos los seres. Todos los seres sintientes, desde los más pequeños hasta los Budas y Bodhisattvas, comparten una misma sustancia y no difieren en absoluto. Las diferencias surgen solo del pensamiento erróneo, lo que lleva a la creación de todo tipo de karma.
(8) Nuestra naturaleza búdica original, en la más alta verdad, carece de cualquier átomo de objetividad. Es vacía, omnipresente, silenciosa y pura. Es gloriosa y misteriosa, un gozo pacífico, y eso es todo. Adéntrate profundamente en ella despertando a su realidad en ti mismo. Lo que tienes ante ti es ello en su totalidad, completamente pleno. Incluso si recorres todas las etapas del progreso del Bodhisattva una por una, cuando finalmente alcances la realización completa en un solo instante, solo estarás reconociendo la naturaleza búdica que ha estado contigo desde siempre. A través de todas esas etapas, no habrás añadido nada en absoluto. Entonces verás que esos eones de trabajo y logro no fueron más que acciones irreales.
– Maestro Huang Bo
☸ Este texto está basado en fragmentos del tratado clásico La transmisión de la mente (Chuan Xin Fa Yao, 傳心法要), atribuido al maestro Chan Huángbò Xīyùn (siglo IX).