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Sobre el Maestro

Thích Nhất Hạnh (1926–2022) nació en Huế, Vietnam, y fue uno de los grandes maestros espirituales del siglo XX. Monje budista desde los 16 años, poeta, activista por la paz, erudito y maestro zen, dedicó su vida a integrar la práctica contemplativa con el compromiso social, dando origen a lo que él mismo llamó “budismo comprometido”.

Durante la guerra de Vietnam, fue una figura clave en los esfuerzos por la reconciliación entre el Norte y el Sur. Fundó escuelas, hospitales y organizaciones de ayuda humanitaria, y viajó por el mundo llevando un mensaje de paz activa. Su postura no violenta le valió el exilio durante casi 40 años. Fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por Martin Luther King Jr.

En 1982, fundó Plum Village, una comunidad de meditación en el sur de Francia, que sigue siendo hoy un refugio de atención plena y compasión para miles de personas de todo el mundo.

Conocido como el “padre del mindfulness”, Thích Nhất Hạnh enseñó que la atención plena (sati) no es una técnica, sino una forma de habitar el momento con claridad, ternura y responsabilidad. Cada respiración, cada paso, cada mirada puede ser una puerta al despertar.

No hablaba de iluminación como un logro lejano, sino como la capacidad de tocar la vida profundamente, aquí y ahora. En su estilo, sencillo y poético, nos enseñó a detenernos, a sonreír, a estar verdaderamente presentes ante el milagro de lo ordinario.

Sobre este poema..

En “Sol de la Conciencia”, Thích Nhất Hạnh expresa con ternura y claridad la esencia de su enseñanza:
no luchar contra lo que somos, sino observar con una mirada luminosa y amorosa todo lo que surge en nosotros.

El río de la mente —pensamientos, emociones, percepciones— no necesita ser detenido ni controlado, sino iluminado por el sol de la conciencia. Así, la meditación se vuelve un arte de habitar lo que ya está presente, sin juzgar, sin huir, sin dividirnos.

Este poema es una invitación a descansar en la presencia, abrirnos al milagro de lo ordinario y reconectar con lo esencial.

Sol de la Conciencia

Nuestros pensamientos y sentimientos fluyen como un río.

Si intentamos detener el flujo de un río, encontraremos la resistencia del agua.

Es mejor fluir con él,

y entonces quizá podamos guiarlo en la dirección que queremos que tome.

 

No debemos intentar detenerlo.

Debemos recordar que el río debe fluir y que nosotros vamos a seguirlo.

Debemos ser conscientes de cada pequeño arroyo que se une a él.

Debemos ser conscientes de todos los pensamientos, sentimientos y sensaciones que surgen en nosotros,

de su nacimiento, duración y desaparición.

 

¿Lo ves?

Ahora la resistencia empieza a desaparecer.

El río de las percepciones sigue fluyendo, pero ya no en la oscuridad.

Ahora fluye bajo la luz del sol de la conciencia.

 

Mantener este sol brillando dentro de nosotros,

iluminando cada arroyo, cada guijarro, cada curva del río,

es la práctica de la meditación.

 

Practicar la meditación es, ante todo, observar y seguir estos detalles.

Siéntate conmigo.

Deja que una sonrisa se forme en tus labios.

Deja brillar tu sol.

Cierra los ojos, si lo necesitas, para verte con más claridad.

 

En el momento de la conciencia, sentimos que tenemos el control,

aunque el río sigue ahí, fluyendo.

Nos sentimos en paz.

Pero estar en paz no significa que nuestros pensamientos y sentimientos estén congelados.

Estar en paz no es lo mismo que estar anestesiado.

Una mente en paz no es una mente vacía de pensamientos, sensaciones y emociones.

Una mente en paz no es una mente ausente.

 

Cuando el sol de la conciencia brilla sobre el río de nuestras percepciones, la mente se transforma.

Tanto el río como el sol son de la misma naturaleza.

En cuanto el sol de la conciencia brilla, en ese mismo instante, ocurre un gran cambio.

La meditación permite que el sol de la conciencia se eleve con facilidad para que podamos ver con mayor claridad.

 

Cuando meditamos, parece que tenemos dos identidades:

una es el río que fluye con pensamientos y sentimientos,

y la otra es el sol de la conciencia que brilla sobre ellos.

 

¿Cuál es nuestro verdadero ser?

¿Cuál es verdadero y cuál es falso?

¿Cuál es bueno y cuál es malo?

 

Por favor, cálmate, amigo mío.

Deja a un lado la afilada espada del pensamiento conceptual.

No tengas tanta prisa en dividirte en dos.

Ambos son el yo.

Ninguno es más verdadero o más falso que el otro.

Ambos son verdaderos y ambos son falsos.

 

Sabemos que la luz y el color no son fenómenos separados.

Del mismo modo, el sol del yo y el río del yo no son diferentes.

Así como las flores y las hojas son solo una parte de la planta,

y así como las olas son solo una parte del océano,

las percepciones, los sentimientos y los pensamientos son solo una parte del yo.

 

Las flores y las hojas son una manifestación natural de las plantas,

y las olas son una expresión natural de los océanos.

Es inútil intentar reprimirlas o sofocarlas.

Es imposible.

Solo podemos observarlas.

 

Cuando se enciende una lámpara, la lámpara misma también queda iluminada.

Sé que sé.

Soy consciente de ser consciente.

 

Cuando pienses que el sol de la conciencia se ha apagado en mí,

en ese mismo instante se volverá a encender,

más rápido que la velocidad de la luz.

 

El sol de la conciencia nace en el corazón del yo.

Permite que el yo ilumine al yo.

No solo ilumina todos los pensamientos y sentimientos presentes, sino que también se ilumina a sí mismo.

 

El río de nuestras percepciones sigue fluyendo.

Pero ahora, bajo la luz del sol de la conciencia, fluye en paz.

Y nosotros estamos serenos.

– Ajahn Chah


☸ Explora las enseñanzas de Thích Nhất Hạnh, en varios idiomas, aquí.

 

Jordi Clement

Autor Jordi Clement

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